Hemos escogido este tema para un nuevo artículo en el blog, porque sois muchos los que en consulta nos preguntáis sobre si es normal que vuestros bebés no terminen de fijar la mirada, os preocupa que vuestro hijo de 12 meses no mire cuando le llamáis por su nombre o con año y medio no juegue con otros niños porque va a su rollo. Ante todas estas dudas y siendo un tema tan importante en el desarrollo de los niños: ¿cómo no íbamos a escribir sobre ello?
Cada día escuchamos hablar sobre los trastornos del espectro autista y casi todos conocemos a alguien, un familiar, un vecino, etc., que lo padece. Suele ser algo que os preocupa, sobre todo entre los 2 y 3 años de vida, de vuestros hij@s.
Existe una sensación en la población general de que cada vez hay más casos, pero la realidad es que siempre ha sido un trastorno relativamente frecuente con muchas repercusiones y al existir cada vez más estudios, nos hace estar más sensibilizados y diagnosticarlo antes.
Trastorno del Espectro Autista (TEA)
El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es un trastorno con afectación del desarrollo cerebral. Vale, ¿pero qué quiere decir eso?: que se alteran algunos patrones del desarrollo durante los primeros años de vida.
Parece iniciarse en etapas muy tempranas del desarrollo. Sin embargo, los signos más obvios tienden a emerger entre los 2 y los 3 años de edad.
Aunque no sabemos qué provoca esa alteración, sabemos que están implicados múltiples genes, lo que dificulta su estudio.
Las alteraciones que se presentan son dificultades en las interacciones sociales, en la comunicación tanto verbal como no verbal y en la conducta. Afecta a todas las áreas de la vida de una persona y se considera una de las patologías más graves del neurodesarrollo.
3 áreas implicadas
Observamos problemas en 3 áreas con grados variables de complejidad y gravedad, cada persona es un mundo y puede tener más o menos afectación dependiente del grado en que lo desarrolle:
-En el área de la comunicación encontramos retraso del lenguaje, ni siquiera muestra interés por hacerse entender. No existe imitación (por ejemplo no sonríe en respuesta a una sonrisa). Repite palabras y habla de sí mismos en 2º o 3º persona. Presenta una entonación anormal.
-En el área de las relaciones sociales no le interesa el resto de niños ni fijar la mirada con otras personas. Prefiere juegos solitarios y no muestra objetos a los demás. No sabe interpretar los sentimientos de niños y adultos como alegría y tristeza.
-Alteraciones en la conducta: no lleva bien los cambios, responde con irritabilidad. Realiza juegos que se basan en repeticiones (alinear juguetes, poner en fila los coches, encender y apagar luces). Puede realizar movimientos repetitivos de cabeza, manos y pies, que son las llamadas estereotipias y no solo las realiza ante la excitación. Presenta una sensibilidad especial y aumentada a los sonidos y texturas rutinarias.

Importancia de la detección precoz
El objetivo de la detección precoz no es hacer un diagnóstico o ponerle nombre a algo que ocurre, sino identificar a los niños con riesgo de que su desarrollo no sea correcto. Por ello es tan importante el seguimiento que realizamos en los controles del niño sano.
Aquí es donde cobra especial sentido e interés la revisión de los 18-24 meses de vida, es en esta revisión donde os preguntamos muchas cosas sobre el desarrollo de vuestros hij@s.
Es verdad que puede haber signos precoces antes de los 2 años pero existe mucha variabilidad en el desarrollo en los primeros meses de vida y debemos ser prudentes a la hora de alarmarnos, ya que el paso de los meses, en muchas ocasiones, nos demostrará que el niño tiene un desarrollo normal.
Recordad que no hay una sola conducta que por el hecho de presentarse ya nos indique un trastorno del espectro autista. Por tanto una señal de alarma (como vamos a ver a continuación) no implica necesariamente afectación del desarrollo. Se considera que hay riesgo de este trastorno, cuando se observan más de 2 o 3 señales de alarma con una intensidad, frecuencia y duración significativas.
A continuación vamos a hablar de estos signos de alarma, pero no queremos que os quedéis con ellos por separado, porque un signo aislado, no significa nada. Por tanto, estos signos, solo deben despertar nuestras sospechas. Si una familia observa algunos de estos comportamientos, sería recomendable hablar con el pediatra para una evaluación del desarrollo más detallada y específica.

Signos de alarma a vigilar indicados por la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria
A cualquier edad:
- Cualquier pérdida de habilidades del lenguaje o a nivel social a cualquier edad.
Antes de los 12 meses:
- Poca frecuencia del uso de la mirada dirigida a personas.
- Falta de interés en juegos interactivos simples como el “cucu-tras”.
- Falta de sonrisa social.
- Falta de ansiedad ante los extraños sobre los 9 meses.
Después de los 12 meses:
- No balbucea.
- Menor contacto ocular.
- No responde a su nombre.
- No señala.
- No muestra objetos, ni señala para pedir algo, tampoco mira hacia donde otros señalan.
- Respuesta inusual ante estímulos auditivos.
- Falta de interés en juegos interactivos simples como el “cucu-tras”.
- Ausencia de imitación espontánea.
- Ausencia de balbuceo comunicativo como si hablara con el adulto.
Entre los 18 y 24 meses:
- No dice frases de dos palabras con significado (sin ser imitadas o en repetición) hacia los 24 meses.
- No señala con el dedo para pedir algo que quiere.
- Presenta dificultades para seguir la mirada del adulto.
- No mira hacia donde otros señalan.
- Retraso significativo en el desarrollo del lenguaje comprensivo y/o expresivo.
- Presencia de formas repetitivas de juego con objetos (ej. alinear, encender y apagar).
- Ausencia de juego simbólico (no hacen que hablan por teléfono, no juegan a las cocinitas, etc.)
- Falta de interés en otros niños o hermanos.
- No suele mostrar objetos.
- No responde cuando se le llama o parece no escuchar cuando se le habla.
- No imita ni repite gestos o acciones que otros hacen.
Diagnóstico
La sospecha de una alteración en el desarrollo y por tanto, la intervención temprana son elementos cruciales a la hora de reducir los síntomas y comenzar a mejorar la calidad de vida de estos niñ@s y sus familias.
El diagnóstico y detección de estos signos de alarma está basado en la observación de comportamientos del niño en comparación con otros de su misma edad cronológica y en relación con la familia. En la consulta, si hay sospecha, el pediatra os realizará unos cuestionarios específicos.

Tratamiento
Puesto que la causa se desconoce, no existe un tratamiento como tal, no hay ningún fármaco, por tanto no existe curación, pero sí hay estrategias que pueden incluso normalizar los patrones de actividad cerebral, lo que se asocia a una mejoría en las 3 áreas del neurodesarrollo comentadas anteriormente. Por eso es imprescindible la detección precoz.
La intervención más efectiva e importante, es la educativa, que debe dirigirse a mejorar las dificultades comunicativas, sociales y emocionales. Cuanto antes empecemos a trabajar con ellos, mejores serán los resultados. Esto requiere la colaboración de madres, padres, educadores y distintos profesionales de la salud.
La variabilidad en los síntomas exige que el tratamiento sea individualizado, ya que lo que le viene bien a un niñ@, no le viene tan bien a otro. Por lo tanto, lo importante, es empezar a trabajar con el niñ@ y con la familia, reconducir la crianza, aprender trucos y estrategias para lograr una feliz convivencia y aprender juntos en el camino.
Bibliografía:
- Carrascón Carabantes C. Señales de alerta de los trastornos del espectro autista. En: AEPap (ed.). Curso de Actualización Pediatría 2016. Madrid: Lúa Ediciones 3.0; 2016. p. 95-8.
- Los trastornos del espectro autista (TEA). A. Hervás Zúñiga, N. Balmaña, M. Salgado. Pediatr Integral 2017; XXI (2): 92–108.
- http://www.autismo.org.es/sobre-los-TEA/trastorno-del-especto-del-autismo.