La vacunación es un método de prevención de enfermedades infecciosas muy importante a nivel tanto individual como global.
Cómo ya sabemos, el procedimiento no suele ser bienvenido por much@s de nosotr@s y por supuesto, entre los más pequeños y jóvenes de la casa tampoco. Se tienen que enfrentar a una situación poco o nada habitual en su día a día, la cual puede ser dolorosa y por ello, muy estresante.
Pensemos en nosotr@s: ¿cómo nos sentimos cuando debemos enfrentarnos por primera vez a una situación desconocida? Veamos algunos ejemplos: la primera operación quirúrgica, el primer discurso en público o la incorporación a un nuevo puesto de trabajo.
Seguramente tod@s podemos reconocer en esas situaciones ciertas emociones que nos resultan un poco desagradables: angustia, incertidumbre, nerviosismo, ansiedad, miedo… os suenan ¿verdad? En algunas ocasiones nos gustaría salir huyendo de ese acontecimiento si pudiéramos.
Pero si previamente contamos con la posibilidad de conocer el lugar donde nos operarán, el espacio donde nos enfrentaremos al público o los nuevos compañeros de trabajo, seguramente ganaríamos en seguridad y tranquilidad, reduciendo así la intensidad del miedo y la ansiedad, es decir, preparándonos de igual manera que lo hace una mujer embarazada para el día del parto.

Por todo ello, vamos a repasar diferentes estrategias que podéis adquirir para hacer del proceso de vacunación un evento lo menos estresante posible, tanto para vuestr@s hij@s como para vosotr@s, los padres.
- Familiarizar a tu hij@ con el lugar donde se vacunará: ya sea recordándole que será en la consulta de enfermería, si es que ya la conoce o de lo contrario, llevándole allí unos días antes, siempre que sea posible.
- Explicar la utilidad e importancia de las vacunas: nunca demos por hecho que no lo entenderán o que no servirá de nada.
- Contar la verdad: si les engañamos para llevarles a vacunar, diciéndoles que irán al centro de salud para otra cosa, puede que pierdan la confianza en nosotr@s y además cuando acudan por otros motivos a consulta puede que le resulte muy estresante y no quiera ir. Piensa que mentirle te servirá solo para la primera vez.
- Evitar asociaciones erróneas como: “¿a qué te llevo a la enfermera a que te pinche?” puede producir que asocien erróneamente que ir a la enfermera o al médico es un castigo.
- Explicar que notará: podemos explicarle que notará un pequeño pinchazín o presión, e incluso simularlo con el dedo en su brazo. Hacerles saber que será un procedimiento muy rápido, de unos 2-3 segundos como mucho.
- Trabajar con él anticipadamente: para ayudarles a gestionar las emociones de las que hablábamos al principio, podemos ayudarnos de técnicas de relajación, respiraciones diafragmáticas, etc. Hay que tener en cuenta que no vale practicarlas el día de antes, debe ser un entrenamiento continuado durante el año, como si de un/una deportista que se prepara para unas olimpiadas se tratase.
- No avisar con demasiada antelación: por ejemplo 2 o 3 días antes del día “D”. En esos días, si le apetece, podéis simular a modo de juego lo que será el procedimiento, incluso intercambiando los roles donde ambos seáis paciente y enfermer@. Así podrás aprovechar y practicar también algunas posiciones de agarre (abrazándole, sentado sobre ti…).
- Preguntar: cómo se imagina que será la experiencia y cómo cree que se sentirá. Es buen momento para orientarle si alguna de sus ideas difiere mucho de la realidad.
- Objeto de apego: un peluche, una canción, un libro…son ejemplos de objetos que pueden llevar el día de la vacunación, ayudándoles así a sentirse un poco más seguros.
- Utiliza métodos de distracción: durante el procedimiento puedes hablarle, ponerle música, videos, hacer los métodos de relajación juntos…

Después de la administración de la vacuna, hay otras estrategias que podemos utilizar, para cerrar bien este proceso y que pueda ayudarnos en futuros eventos de este tipo:
- ¿Cómo se siente? Pregúntale cómo se siente, de manera que aprenda a identificar sus emociones en estas circunstancias. No podrá hacer una buena gestión de emociones si no sabe identificarlas.
- No juzgar: no juzgues su experiencia ni sus sentimientos, cada persona experimentamos de manera distinta una misma situación.
- Autovaloración: ayudemos a que reflexione sobre cómo ha ido la experiencia y su propia opinión de cómo cree que lo ha hecho.
- Cuida el lenguaje: frases como: “¡no has llorado, que valiente!” o “¡no llores!” pueden enseñar al niñ@ un significado erróneo de llorar y asociar que ello pueda ser de débiles. Llorar no es malo, ni es significado de nada en especial. Llorar desahoga.
- Felicítale: pero no por hacerlo bien o mal, sino simplemente por haberlo hecho.

Además de todas estas estrategias que pueden ayudar a los niñ@s a sentirse más tranquilos, es importante que como madres y padres hagáis también una buena gestión de vuestras propias emociones. Los niñ@s son como esponjas que lo absorben todo. Si te sientes seguro y tranquilo, le transmitirás eso mismo a tu hij@.
Mucho ánimo para vuestro próximo día D. Forma un buen equipo con tu hij@, empatiza con él/ella y acompaña en el proceso con mucho amor.